miércoles, 24 de diciembre de 2014

Paterna de Rivera en un villancico del siglo XVII

      En 1736 se publicaba en Madrid Obras pósthumas lyricas sagradas, una colección en dos tomos de poemas del poeta valenciano Joseph Pérez de Montoro. La mayor parte del tomo segundo está dedicado a textos religiosos realizados por encargo  con motivo de diversas fiestas religiosas celebradas en Cádiz entre 1683 y 1694 como Inmaculada, Pentecostés, Navidad, Epifanía..., y destinados a ser cantados  en las iglesias de la capital gaditana entre esas fechas.

 
 Destacan entre las composiciones un conjunto considerable de villancicos. Los villancicos era composiciones poéticas musicadas muy populares entre los siglos XVI y XVIII. Originariamente eran canciones populares cantadas a varias voces por villanos (habitantes de las villas o del medio rural)), de temática no específicamente religiosa y que se cantaban en las fiestas populares. En el siglo XVI las autoridades eclesiásticas comenzaron a promover, como medida evangelizadora, los cantos en lengua vernácula durante la liturgia en las fiestas señaladas del calendario religioso. Poco a poco la temática del villancico va cambiando para ir centrándose en temas de tipo religioso y se empiezan a cantar en las misas matinales (maitines) de las principales fiestas religiosas: Navidad, Corpus Christi, Inmaculada, Epifanía... En el siglo XVII el villancico es un género muy popular, cultivado por numerosos poetas y compositores convirtiendose su vertiente culta en el género musical  más importante en Europa durante el Barroco.

Uno de los villancicos que se cantaron en la catedral de Cádiz en la Navidad del año 1688, y que se incluye en el tomo II de los "Obras pósthumas..."  de Pérez de Montoro, tiene como protagonistas a dos personajes populares: el sacristán de Chipiona y el alcalde de Paterna. ¿Por qué Patena?, quizás porque el autor fue secretario del Duque de Medinaceli, señor jurisdiccional de nuestro pueblo.






 
 José Pérez de Montoro nació en Játiva en 1627. A principios de los años 60 se traslada a Andalucía, concretamente a Sevilla, donde inicia su carrera profesional (vista mayor y alcaide de las aduanas del puerto), social y literaria. De Sevilla se traslada a Cádiz participando en distintas academias literarias e implicándose en la vida religiosa de la ciudad. En Diciembre de 1668 se casa con Catalina Ignacia Calderón de la Barca, hija ilegítima del contador y almojarife de las aduanas reales de Cádiz,  de Catalina Calderón de la Barca, pasando a formar parte de una de la familias más notables de Cádiz con vínculos directos con el estamento eclesiástico de la ciudad.

Su activa relación con las altas esferas gaditanas le llevan a formar parte a principios de la décadas de los 70 de la corte del Duque de Medinaceli, Juan Francisco Tomás de la Cerda Enríquez Afán de Ribera, señor jurisdiccional de nuestro pueblo. En 1681, siendo secretario del Duque de Medinaceli, recién nombrado éste como privado y primer ministro de Carlos II, se traslada con su familia a la villa y corte de Madrid. El rey le concede el título honorífico de Secretario de su Majestad y le nombra villanciquero oficial de la Corte.

En 1688 descontento con sus servicios al Duque de Medinaceli en Madrid decide volver a Cádiz donde gracias los vínculos de su familia política con el cabildo catedralicio será nombrado villanciquero oficial de la catedral de Cádiz a partir de 1688 hasta 1694.

A pesar de su éxito literario y social José Pérez de Montoro muere pobre a los 67 años el 21 de Diciembre de 1694 en una casa alquilada del Barrio de la Candelaria siendo enterrado en el convento de San Agustín.