sábado, 30 de noviembre de 2013

Tal día como hoy. 30 de Noviembre de 1983

 
Artículo publicado en diario ABC en la edición de Sevilla por Joaquín González Moreno, Archivero entonces de la Casa Ducal de Medinaceli. Treinta años después ¿qué hubiese escrito el  historiador sevillano sobre nuestro pueblo?
 
ABC SEVILLA. 30 de Noviembre de 1983

Tal día como hoy. 30 de Noviembre de 1923

Inspección gubernativa al ayuntamiento de Paterna. Multas a ex-alcaldes y concejales
El Noticiero Gaditano. 30 de Noviembre de 1923

Tal día como hoy. 30 de Noviembre de 1927

Falta de electricidad por los temporales
 
El Noticiero Gaditano. 30 de Noviembre de 1927
 

Linea de autobús Paterna-La Barca-Jerez


viernes, 29 de noviembre de 2013

jueves, 28 de noviembre de 2013

ACUEDUCTO ROMANO DE TEMPUL


 Vestigios de un sifón hidráulico en el Cortijo de los Arquillos

Artículo publicado en Revista “El Alcaucil” nº 27. Octubre 1998. Paterna de Rivera. Cádiz


A unos 3 Kms. al noroeste de Paterna de Rivera, en el término municipal de Jerez de la Frontera, se observan a lo largo de unos 2 Kms. las ruinas de un tramo del acueducto que abasteció de agua a Gades hace unos 2.000 años. La cantidad de restos y dimensiones del conjunto son significativos de la grandiosidad de esta obra. Con el objeto de salvar el valle, en este lugar los romanos aplicaron la llamada técnica del sifón invertido. Hoy en día es el único tramo superficial del acueducto que se conserva en pie.

Numerosos vestigios constructivos de este tramo del acueducto de Tempul se extienden en linea recta desde el Cortijo de los Isletes Altos, atraviesa perpendicularmente la Cañada de la Lapa de NE a SO, Llano de los Arquillos y Monte de la Silla, y continua hacia el Cortijo de las Piletas. Son dificiles de identificar estas construcciones dado el estado de deterioro que presentan, pero no hay duda de que en este lugar los romanos aplicaron la llamada técnica del sifón invertido. 
         
   Los primeros documentos que hacen referencia al acueducto a su paso por el Valle de los Arquillos se remontan al siglo XIII. Se trata del  amojonamiento del término de Medina Sidonia realizado en el año 1269:    

“... E va a  a otro mojón que está en una cuesta que está encima de arcos de labor antigua por do iva el agua de Tempul a Cádiz do se partía el término de Perreta, aldea de Jerez, y Alvotiquera, aldea que es de Medina ...”

            En el deslinde del término de Jerez con Arcos, Alcalá y Lebrija, realizado  por el hijo del monarca Alfonso X  en 1274, se nombra también este lugar: 

“... E deste mojón va a vn torreón que es y Çerca, que fue labor antigua, por donde viene el agua de Tenpul a Cádiz, que es sobre la carrera que va de Xerez a Alcalá a man syniestra, o se parten los términos de Xerez e Arcos e Alcalá ...”             

            Y volvemos a tener  noticias de este tramo del acueducto en el Privilegio de Tempul de 1313, ratificado en 1333: 

“ ... desde el mojón que está en la cumbre que está sobrel canno de Ercules do parte término Jerez con Arcos e con Alcalá e dende en adelante hasta otro mojón do se ayunta el Arroyo de la fuente de GigonÇa al Arroyo de la Salina ...” 

            En 1610 Suarez de Salazar en su obra Antiguedades de la isla y ciudad de Cádiz  hace referencia a los restos del acueducto en Los Arquillos, y más tarde Fray Gerónimo de la Concepción en 1690 hace también una reseña muy parecida en su libro Emporio del Orbe: 

“... El acueducto romano de Tempul, que está arruinado hoy por completo, conducia á Cádiz, en los últimos tiempos de la República y primeros siglos del Imperio, las aguas de la sierra  de las Cabras, del término de Jerez. A unas tres leguas del manantial para salvar un gran barranco, pasaba el agua por un acueducto formado de arcos de ladrillo, de donde tomó el sitio el nombre de los Arquillos: corría despues por las Mesas de Bolaños ....” 

            Pero el mejor conocimiento del trazado y de los elementos constructivos del acueducto de Tempul se deben a los diferentes informes realizados en el siglo XVIII, frutos del intento de su recuperación para abastecer  de agua a Cádiz. Desgraciadamente de la Biblioteca  Pública Provincial han desaparecidos algunos de estos informes, fundamentales para el estudio del acueducto. 

La técnica del sifón invertido 

            Para salvar depresiones profundas y anchas (valles perpetuae) en el trayecto de un acueducto, descartado previamente el desviar y alargar su trazado, los romanos emplearon dos sistemas: 

            1.  Puente, que por medio de grandes arcadas se limitaba a mantener la pendiente de la  conducción.
            2.  Sifón invertido, que mediante una tubería transportaba  el agua a presión de una parte del valle, la más alta, a la otra, más baja.          

            La técnica del sifón se basa en el principio de los vasos comunicantes según el cual un líquido encerrado en una tubería siempre asciende a su altura original. Se pueden diferenciar dos tipos de sifón:

1. Sifón propiamente dicho, que transporta líquido a través de una tubería desde un punto a otro punto atravesando una elevación  intermedia, siguiendo un recorrido similar a la  letra n.

2. Sifón invertido, que transporta el líquido de un punto a otro a través de una depresión,  siguiendo una trayectoria en U.

            Si el valle tenía una profundidad superior a los 50 metros los romanos se decantaban por la técnica del sifón invertido, pues la construcción de un puente supondría un mayor coste y riesgos de derrumbe debido a la altura y al peso del mismo. Los romanos construyeron  sifones con longitudes de 800 a 5.000 mts. y profundidades de 60 mts. hasta más de 120 mts. 

            El sifón comenzaba en el punto del valle próximo a la captación de aguas, es decir en el punto más alto corriente arriba. El agua llegaba discurriendo por caída libre a través del acueducto, bien por mina, bien por canal descubierto, hasta un depósito de cabecera construido en el límite del valle que iba a atravesar donde se acumulaba el agua.

Esquema de un sifón hidráulico invertido
            Desde el depósito de cabecera el agua se hacía descender a través de una, o  mejor varias tuberías para un mayor control del caudal, en un ángulo pronunciado por una ancha rampa corta de cantería hasta el suelo, donde transcurrían enterradas a un metro de profundidad aproximadamente ladera abajo  hasta llegar a la hondonada. Llegado a este punto la cañería se disponía sobre un puente bajo (venter, vientre) para aplanar la base de la vaguada consiguiéndose una disposición en U muy abierta, más que de V, con el fin de aminorar la altura de la caída, disminuir la velocidad del agua y proteger la conducción de los golpes de la columna de agua. 

            La mayor presión de sifón tenía lugar en los ángulos de los dos extremos del venter donde el agua golpearía con fuerza  con el consiguiente riesgo de rotura de la tubería, sobre todo por las juntas. Para evitar estas roturas los romanos reforzaban estos acodamientos (geniculus) empotrando la tubería en obra de fábrica.  

            El agua ascendía a través del segundo geniculus hasta la ladera opuesta llegando a un depósito receptor desde el que discurría de nuevo canalizada en mina o en conducción descubierta. El  depósito receptor estaba construido a una altura inferior al depósito de cabecera  para garantizar el flujo adecuado de agua, pues la fricción con  las tuberías impedía que subiese a su nivel; a esta diferencia se le denomina gradiente hidráulico. Por ello un acueducto perdía más altura y por tanto más pendiente al atravesar un valle con un sifón que con un puente, llegando el gradiente hidráulico a decuplicar (x 10) la pendiente normal del acueducto. 

            Las tuberías podían ser construidas a base de tubos de cerámica, de plomo o de piedra horadada, material este último utilizado en el acueducto de Tempul. 

            Los sifones romanos, como grandes obras hidráulicas, son hoy en día objeto de admiración por los ingenieros, dado los problemas técnicos que una construcción de este tipo conllevaban a la hora de su funcionamiento. Un sifón soporta tres tipos de fuerza ejercidas por el agua: 1ª, resistencia de las tuberias al friccionar el agua con ellas demorando la velocidad de ésta; 2ª, la presión estática que ejerce el agua en todas direcciones , esté quieta o en movimiento, y que depende de la columna vertical del agua que va a sostener; y 3ª, pérdida de carga inercial que experimenta el agua cuando discurre y solo en los acodamientos (geniculus) de la cañería hacia el exterior de la curva. Las tres fuerzas actúan cuando el sifón está en funcionamiento, y la segunda solo cuando está lleno.

            En caso de reparación o limpieza, el sifón había que llenarlo y vaciarlo gradualmente, dado que si se abriesen las compuertas completamente, la fuerza de la columna de agua golpearía sin control el primer acodamiento destrozando la tubería, y si  las compuertas se cerrasen de repente  se crearía una ola de choque que retransmitida a toda la columna de agua dañaría también la tubería, sobre todo en las juntas de los empalmes, que son los lugares más frágiles de la conducción. 

            Una vez construido el acueducto era necesario mantener en su recorrido un personal cualificado para vigilarlo y mantenerlo en buenas condiciones de funcionamiento, especialmente en los sifones, los cuales por su complejidad técnica requerían de especial cuidado. 

Vestigios del acueducto de Tempul en el Cortijo de los Arquillos

             Por los vestigios que aún permanecen del acueducto de Tempul en el Cortijo de Los Arquillos y por la documentación consultada sabemos que los ingenieros romanos construyeron en este lugar un sifón invertido para atravesar esta gran depresión. Así en el reconocimiento que el arquitecto romano Scipión Perossini realizó en 1784 se refiere: 

“.... donde los residuos de un Puente que aun subsiste en lo mas hondo del Valle a la subida del Monte de la Silla, cuyos cimientos de once varas de ancho manifiestan haver podido sostener un Puente de la altura necesaria para llevar el Agua por declivio natural ...” 

“... me inducen mas bien a creer, haverse pasado el Valle encañado el Agua, y echando un Puente en el sitio más bajo... “

            Por otro lado Vicente Rueda hace una serie de apreciaciones a este reconocimiento de  Scipión Perossini:

5ta........ El expresado anterior desnivel de los 44 pies  7 pulgs. y 5 lins  de uno a otro punto citados, y en la distancia dicha, juntamte. con la parte de aqüeducto obligado qe se reconoce haun en el valle qe. media entre el cortijo de Sn. Luis y el torreón inmediato a levante de los mismos Arquillos y los atanores de piedra dura hallados entre las ruinas inclinan desde luego a creer qe. los antiguos obligaron las aguas en este tramo en los términos qe. aquí se expecifican, pues la anchura de 11 vars. que dieron al puente, de qe. haun existen fracmentos, pudo ser mui bien con el fin de dar transito en todos tiempos a los traginantes sobre el salado de Paterna, qe. en tiempos lluviosos recibe muchas aguas, e inunda los bajos inmediatos, y contiguos a sus bordes, colocando en uno de los dos costados de el los atanores dichos del aqüeducto en esta parte sobrecargado con los mazizos de sus petriles, como se ha visto existian en los arrecifes de la Ysla y Cadiz.”. 

            Se pueden distinguir  vestigios de cuatro construcciones pertenecientes al sifón que los romanos emplazaron en este lugar: 

CORTIJO DE LOS ISLETES

 A escasos metros de la Cañada de la Lapa y a 84,5 metros de altura sobre el nivel del mar, se encuentra una construcción muy deteriorada y tumbada en bloque desde su base, a cuyos pies se halla una gran cantidad de piedras desprendidas de la misma. Esta construcción parece pertenecer al depósito de cabecera del sifón y/o a la rampa donde se apoyaba la tubería o tuberías. En él se adivinan los restos de dos gruesos muros independientes pero juntos, formando un ángulo de 90º, los cuales están enlucidos en su cara interna. También se encuentran esparcidos en los alrededores algunos bloques de piedra horadados en el centro que conformarían el encañado del sifón. El agua, procedente de los nacimientos de Tempul,  llegaba a este depósito, conducida  por medio de una “mineta” (galeria abovedada cerrada construida bajo el suelo).

            No sabemos si había una sola tubería o varias, aunque la anchura del venter y del puente si lo permitiría, con lo que además se controlaría también el caudal de agua según las necesidades de abastecimiento y disminuiría la presión en el sifón.           

            Estos bloques de piedra caliza, que en los informes del siglo XVIII son nombrados como “atanores de piedra dura” o “macho-hembra”, han sido hallados también en el tramo descubierto en Cuatro Caminos (San Fernando) y en las playas del sur de Cádiz, éstos de piedra ostionera.. Son sillares paralepipedos, según Fierro Cubiella que tienen una anchura que oscila entre 25-50 cms, una longitud de alrededor de 80 cms. y altura en torno a los 82 cms. El orificio circular central presenta en su cara dorsal un rebaje de unos 8 cms, en el que se acopla la cara ventral de otro bloque por medio un  borde saliente del circulo central  de otros ocho cms. La perforación circular por donde es transportada el agua ronda los 25 cms. de diámetro, El encañado lo forma el acoplamiento de estas piedra macho-hembra cuyas juntas se impermeabilizaban con un fino y resistente mortero de cal. 
Atanor de piedra
            En el amojonamiento de Medina de 1269 esta obra antigua es identificada con  un torreón,  que fue labor antigua, por donde viene el agua de Tenpul a Cádiz” descartándose que fuese el que se encuentra al otro lado del valle, en el Monte de la Silla,  ya que se especifica que está  sobre la carrera que va de Xerez a Alcalá a man syniestra, es decir, a mano izquierda de lo que hoy es la Cañada de la Lapa en dirección a Alcalá. 

 Desde aquí desciende al Llano de los Arquillos hasta los 25 mts de altura sobre el nivel del mar. 


LLANO DE LOS ARQUILLOS 

Detalle de arco del venter
            A unos 300 mts del Cortijo se encuentra una construcción en la que se distinguen una serie de arcos de medio punto abovedados, en su mayor parte derruidos y casi cubiertos de tunas, higueras y vegetación alta. De aquí el nombre de Llano de los Arquillos. Estos arcos están construidos a base de piedras unidas por un durísimo mortero de gran calidad formando un compactísimo  bloque que ha resistido el paso del tiempo. Está situada en una suave pendiente que desciende desde los 45 a los 25 mts. hacia el Arroyo del Salado de Paterna, hasta el cual se prolongaba la obra para atravesarlo por medio de un puente.  

            Esta construcción abovedada pertenecía a lo que los romanos llamaban el venter, uno de los elementos más característicos de un sifón, y que en este caso  sus restos son signos inequívocos de que los romanos emplearon el sifón en  este tramo. La profundidad con respecto al depósito de cabecera era de unos 60 mts, con lo que soportaba presiones de hasta 6 atmosferas (6 Kgs/cm2) en algunos. 

            El sifón atraviesa actualmente la Cañada Real de La Lapa, la antigua “carrera de Xerez a Alcalá”, de la época mediaval que, según Ramos Romero, anteriormente fue una vía romana secundaria. Si es así, el acueducto atravesaría la  calzada  por debajo, con lo que el venter tendría una trayectoria con menor pendiente.

            Por encima de la construcción abovedada iba el encañado formado por la unión de piedras atanores o macho-hembras. El venter se prolongaba a su paso por el río salado de Paterna por medio de un gran puente del que hoy solo queda un pilar. 

            En el amojonamiento de Medina de 1269 los partidores reconocen los “arcos de labor antigua por do iva el agua de Tempul a Cádiz” de este tramo del sifón, y resulta curioso que al acueducto en su conjunto se le llame “canno de Ercules”, quizás esta fue la denominación que los romanos dieron al acueducto en honor a Hércules, dios mítico muy venerado en Gades. 

PILAR DEL PUENTE 

            Al otro lado del arroyo Salado se alza una gran construcción de planta cuadrada perteneciente al pilar central del puente que lo atravesaba. Este puente estaba formado también por arcos, de ladrillos, y debió servir también como paso de transeúntes debido a su grandiosidad. Estuvo en pie hasta mediados del siglo pasado como se refiere en un memoria de 1877 sobre la conducción de aguas desde Tempul a Jerez realizada en 1868:  

“... Pasadas las tierras del Algarrobillo, se dirigía al cortijo de los Isletes y al de los Arquillos, habiendo tomado este nombre por los restos que hace muy pocos años se conservaban aún de los arcos de un puente-acueducto; ...”
Pilar del puente en el margen del Arroyo Salado de Paterna
            Este pilar está realizado en mampostería de piedra, reforzadas sus esquinas con grandes sillares. En el lateral Norte del pilar se observa a media altura el arrancamiento del arco hacia la orilla contraria para formar el puente. Estos arcos estaban realizados, según F. Gerónimo de la Concepción a base de ladrillos. Siguiendo el trazado quedan restos de construcción de lo que parecen ser el arrancamiento de otros dos pilares que conformarían el puente, prolongandose hacia la otra ladera los restos del venter.          

            El pilar según los informes tenían unas 11 varas (unos 8 metros aproximadamente) de ancho, lo que da idea de las dimensiones que debió tener la edificación. Esta desproporcionada anchura hace pensar, como refieren los ingenieros del siglo XVIII, que el puente, además de para hacer pasar la conducción de agua, sirvió incluso para el paso de personas, animales e incluso carros. A este respecto Vicente Rueda insinuaba que dado que el Salado de Paterna recibía tanta agua en épocas de lluvias que “innundaban sus margenes”, este puente permitiría atravesar el arroyo a los “traginantes”, discurriendo el encañado de atanores en uno de sus costados, sobre el macizo del pretil.  

MONTE DE LA SILLA 

            En una colina a 79,5 mts. de altura sobre el nivel del mar se levanta un torreón de mayores proporciones que el del Cortijo de los Isletes. Se trata del depósito receptor que lógicamente está a menos altura que el de cabecera, 6 mts. (gradiente hidráulico ) para asegurar el flujo adecuado del agua y permitir la rotura de presión . 

            Un acueducto tenía una serie de puntos críticos donde los sedimentos que transportaba el agua se depositaban en mayor cantidad (cabecera, sifones, depósitos de distribución, etc). Por ello los romanos en estos lugares construían unos registros (piscina limariae) de mayores dimensiones que los registros dispuestos el resto de la conducción (putei). El fondo de estos registros se situaba en un plano inferior al de la conducción   donde se depositaba la arena para posteriormente ser retirada Por ello ambos depósitos (cabecera y receptor)  del sifón del Llano de los Arquillos suponemos tendrían sus respectivos registros para decantar los sólidos que arrastraba  el agua.  

            Desde el Monte de la Silla el acueducto discurría por una “mineta” hacia el actual Cortijo de las Piletas, donde aún a finales del siglo XVIII quedaban restos de un “puentecito. 

            Respecto a las dimensiones y medidas del sifón, ya Vicente Rueda en  1784 hace las siguientes apreciaciones en el estudio de este tramo: 

“4to......Hallandose el fondo del Salado de Paterna en el punto por donde le atraviesa o corta el Aqüeducto mas bajo de 258 pies, 7 pulgs. y 3 ½ lins. qe el plan de la mineta del mismo aqüeducto, situado con antelacion o a levante de la otera baxa del cortijo alto de los Ysletes de Sn. Luys, y de 213 pies, 11 pulgs. y 10 ½ lins también mas baxo qe el otro trozo de plan de la mineta situado en el Monte de la Silla (según aquí se expresa) resulta qe el primer punto a levante de los Arquillos, y por tanto mas proximo a los nacimientos existen actualmte. 44 pies 7 pulgs. y 5 lins. mas alto qe el 2do. a Poniente de los mismos, y mas distante de los expresados nacimientos de mas de 3527 vars. 

            Según estos datos, convirtiendo las medidas  antiguas en metros el depósito de cabecera estaría a 72,408 mts sobre el nivel más bajo del Arroyo Salado, el depósito receptor a 59,914 mts y la distancia entre ambos de 2.948,21 mts, siendo la diferencia de altura entre ambos de 12,491 mts. (gradiente hidraúlico)  (1 vara=83,59 cms; 1 pie=28 cms.;  1 pulgada=.2,3 cms. ; 1 línea=2 mm.)  

            Tomando el mapa topográfico de Andalucía, escala  1:10.000, hoja 1.062  4-3 y proyectando sobre él las ruinas del sifón tenemos que el arroyo Salado de Paterna está a 20 mts. sobre el nivel del mar, los restos del depósito de cabecera a unos 84,5 mts s.n.m. (64,5 mts sobre el Salado)  y las ruinas del depósito receptor a 79,5 mts. s.n.m. (59,5 mts. sobre el Salado); siendo la  distancia entre ambos de 1800 mts. en línea recta. El gradiente hidraúlico sería de 6 mts.

            Como se puede apreciar los datos no coinciden, excepto el del depósito receptor, lo que  puede ser debido a varios factores como no ser válidas la equivalencias métricas usadas para esa época, errores de transcripción de cifras, errores de situación de los restos, etc. Para resolver esta cuestión sería necesario un estudio topográfico más completo para verificar las medidas y situar correctamente las construcciones.         

            Por último hacer una llamada de atención al deplorable estado actual de estos importantes restos constructivos del acueducto romano de Tempul. Los sifones hidráulicos romanos son  obra de ingeniería que aún suscita la admiración de los ingenieros,  se conocen pocos casos estudiados en España y aún hoy día existen puntos oscuros en su  funcionamiento técnico. Por ello lo que queda en el Valle de los Arquillos merecen cuando menos detener el progresivo deterioro a que está sometido, consolidar las estructuras para evitar su desplome, limpiar de piedras y tierra la base de los restos constructivos, retirar la vegetación (higueras y tunas) que crece en el venter, etc.,  esperando que en el futuro se interese alguna administración o institución cultural y lleve a cabo una excavación arqueológica que ponga en valor los vestigios  del único tramo superficial que queda en pie del acueducto romano más largo de España. 

Bibliografía

* Servicio Histórico Militar de España: “Manuscrito de notas puestas pr. el Teniente Coronel e Yngº. Ordinario Dn. Vivente Rueda al Papel discursivo del Arquitecto Romano Dn. Scipio Perosini “.  Año 1783, Legajo 1B, Sección:0 Andalucia, Rueda, 10 fol.
* Amojonamiento del término de Medina Sidonia e n 1269, Delinde de los términos de Lebrija, Arcos y Jerez en 1274.,Privilwegio de Tempul de 1313
* Fierro Cubiella, Juan A. “Esplendor y ocaso de la Técnica Hidráulica en Cádiz. El Agua entre la antigüedad y el medievo.”. del libro “Agua, ciudad y territorio” Serv. Publ. UCA. Cádiz. 1993. Pags.85-135.
* Fierro Cubiella, Juan A: “El acueducto romano de Cádiz”. Revista de Arqueología, nº 95. 1985. Págs. 18-24.
* Hodge, A. T. “Sifones en los acueductos romanos”. Investigación y Ciencia, agosto 1985. Págs. 80-87
* Núñez Ruiz, M. “Tramos del acueducto romano de Tempul en el término municipal de Puerto Real. Estudio crítico”.  en  las IV    Jornadas de Historia de Puerto Real. 1996
* Malissard, Alain. “Los romanos y el agua”.Ed. Herder. Barcelona. 1996.
* Ruiz Acevedo, J. M. Y Delgado Béjar, F. “Abastecimiento de agua a las ciudades hispanorromanas. Rev. De Arqueología nº. 139. 1992. Págs. 36-47.
* Smith, N. “Tecnología hidráulica romana”. Investigación y Ciencia , julio 1978. Págs. 88-96. 
* Mapa Topográfico de Andalucia. Esccala 1:10.000. Hoja 1062  4-3. Junta de Andalucia. Consejeria de Obras Públicas. Centro de Estudios territoriales y Urbanos.

 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Paterna de Rivera en Compendio de las ciudades, villas, lugares, aldeas... distrito de la Real Chancillería ...Siglo XVIII

Compendio de las ciudades, villas, lugares, aldeas y otras poblaciones situadas en la comprehension y distrito de la Real Chancillería ... Siglo XVIII.  Contiene datos de población de 1745 y 1755.   [Manuscrito Biblioteca Nacional de España].

Contaba entonces Paterna con 120 vecinos, unos 420 habitantes.



Tal día como hoy. 25 de Noviembre de 1927



ABC. 27 de Noviembre de 1927

jueves, 21 de noviembre de 2013

Emporio de el Orbe. Cádiz Ilustrada. Amsteram 1690

CONCEPCIÓN, Fray Gerónimo: Emporio de el Orbe, Cádiz Ilustrada, Investigaciones de sus antiguas grandezas, discurrida en Concurso de el General Imperio de España, Ámsterdam, en la Imprenta donde tiene la Administración Joan Bus, año 1690.
 

 
 
 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

La Fuentecita. Años 60

Paterneras acarreando agua en cántaros de La Fuentecita
Las dos construcciones pertenecen al Proyecto de Abastecimiento de Agua a Paterna de Rivera, emprendido por Elías Ahuja y Andría en 1935: el de la derecha, abovedado, es el pozo de captación del agua, y el de la izquierda, con tejado a dos aguas, albergaba el motor y bomba para elevar el agua al depósito de Cuatro Vientos, desde donde se transportaba hasta Paterna por medio de una tubería. La obra, tras muchas vicisitudes y problemas económicos,   fue finamente concluida en 1953

El Reloj de la Iglesia de Paterna de Rivera


Con motivo del 134 aniversario de la inauguración del reloj de la Iglesia de Paterna reproducimos el artículo publicado en la Revista “El Alcaucil” Nº 38 en Marzo de 2004.

 

En Diciembre  de 2004  se cumple el 125 aniversario del Reloj de la Iglesia. Gracias a la iniciativa del Padre Bargetón y mediante suscripción popular fue adquirido este reloj e instalado en 1879 en la torre de la Iglesia Parroquial, aunque Paterna contó anteriormente con algún que otro reloj público. 
 
 


Desde épocas remotas el hombre ha tenido necesidad de medir el tiempo y  para cuantificarlo se  utilizó sobre todo del “desplazamiento” del sol en el cielo. En cualquier zona de la Tierra, cuando el  sol cada día alcanza el punto más alto en el cielo en su recorrido de Este a Oeste, es el mediodía, llamándose a la línea que en dirección Norte-Sur pasa por ese punto Meridiano. El espacio de tiempo que tarda el sol en volver a pasar por el mismo meridiano, se denomina día, que por consenso se acordó dividir en 24 horas. 

En Paterna los primeros relojes que debieron utilizarse serían de sol, que se valían  de la posición  del astro en el cielo para hacer la medición de las horas. Tenemos constancia de ello pues durante muchos  años hubo en la casa de los hermanos Álvarez Gago, precisamente en la antigua calle Sol, hoy Padre Bargeton nº 13, un reloj de sol que a modo de baldosa decorativa habían colocado a la entrada de la vivienda, y que por el piso frecuente tiene desgastado el ángulo inferior derecho. Aunque en su parte superior central falta un trozo se puede leer AÑO .... 728, que nos indica la fecha del reloj: 1728. (Agradecemos a Antonio Álvarez Gago el habernos permitido fotografiarlo ).  


Reloj de sol de 1723 hallado en el nº 13 de la antigua calle Sol
 
          Los relojes de sol se componen de dos piezas: la superficie de lectura, donde se graban o marcan las horas del día, y el nomon, una especie de varilla anclada en la superficie de lectura sobre la que proyecta una sombra. Cada reloj de sol está diseñado para una latitud determinada y para calcular la hora oficial se hacía uso de unas tablas, pues el horario solar es irregular a lo largo del año ya que los días son más cortos en invierno y más largos en verano. Los relojes de sol se utilizaron hasta el siglo XVIII, en que se generalizó el uso de los relojes mecánicos. 

             Tenemos noticias de que en Paterna estuvo instalado a mediados del siglo XVIII un reloj público, ubicado seguramente en la iglesia parroquial, pues fue comprado por 50 ducados de vellón por la iglesia y el cabildo.  Este reloj fue fabricado por el maestro artífice relojero Horacio Solassio, seguramente de origen italiano como denota su apellido, y residente de la villa de Cortes. Sabida es la tradición relojera de los italianos.  
 
Como dicho reloj, por sus características (pequeñas dimensiones y no anunciar las horas) no satisfacía las necesidades de la población, en 1676 el cabildo y el vicario de la iglesia parroquial acordarán el adquirir uno de mayores dimensiones y que marcase las horas. Dicho encargo se realiza al mismo maestro relojero, Horacio Solassio, que en 2 de marzo de 1676 firma una escritura de obligación ante el escribano público de Paterna por la que se compromete a fabricar un reloj de “hierro, martillo y cadena” y  “cuyo martillo ha de dar en la campana grande de la iglesia desta villa”. El precio concertado fue de 140 ducados de vellón y la entrega a cuenta, al relojero, del antiguo reloj, más pequeño, que él mismo les había vendido en fecha anterior en 50 ducados.  

 Asimismo acordaron que el cabildo y el vicario de la iglesia enviarían a Cortes la cabalgadura que transportase el reloj hasta Paterna y Horacio Solassio se trasladaría a Paterna a instalarlo y dejarlo en funcionamiento. El plazo de entrega se estableció para las Navidades de ese año, comprometiéndose Solassio que si lo en dicha fecha no estaba colocado, el precio se reduciría a 120 ducados.   

“Sepan cuantos esta carta de obligación vieren como nos de la una parte el Bachiller Juan Prieto de Alba, vicario y cura de las iglesias desta villa y mayordomo de la fábrica de ella y el Concejo, Justicia y Regimiento desta villa a saber Lorenzo Ruiz Diosdado y Domingo Martín Colón, alcaldes ordinarios, Diego García Ortega, fiel ejecutor con voz y voto, Domingo Martín Paniagua y Juan Sánchez Aledo, regidores y oficiales  deste concejo; y de la otra Horacio Solassio maestro artífice de relojero vecino que soy de la villa de Cortes, decimos que por cuanto el dicho vicario y cabildo tenemos tratado y conferido con mi el dicho Horacio Solassio de hacer para esta villa un Reloj cuyo martillo ha de dar en la campana grande de la iglesia desta villa por cantidad de 140 ducados de vellón, y con calidad y condición que lo he de costear a mi costa  yo el dicho Horacio Solassio de hierro, martillo y cadena y todo el dicho artificio por la dicha cantidad y con la obligación de darlo hecho desde hoy día de la fecha hasta la Pascua de Navidad venidera deste presente año por cuenta de cuya cantidad he de recibir en cuenta un reloj pequeño que así mismo he vendido a la dicha iglesia y cabildo en 50 ducados de vellón sin descuento alguno y llegado el plazo y estando hecho el dicho reloj ha de ser a cargo y de la obligación del dicho cabildo y vicario el enviar cabalgadura que lo traiga y de mía es venirlo asentar hasta dejarlo corriente y para la seguridad del dicho trato juntos de la una parte el dicho vicario y cabildo y de la otra el dicho Horacio Solassio nos obligamos en bastante forma de guardar y cumplir lo que es sin falta alguna y es a saber que si llegado el dicho plazo y no diere hecho y asentado el dicho reloj yo el dicho Horacio Solassio es mi voluntad de hacer el dicho reloj por 120 ducados, veinte ducados menos, de mi obligación los cuales quiero y consiento se me ponga de pena por la falta de cumplimiento desta obligación.” (ARCHIVO MUNICIPAL DE PATERNA. Registro de escrituras públicas. 1660-1679. 2-MARZO-1676) 
No sabemos si Paterna recibió el nuevo año con el reloj de Horacio Solassio, pues no hemos encontrado ninguna referencia posterior al mismo. Pero dada la importancia de medir las horas del día, a buen seguro que con  algún reloj público debía contar nuestro pueblo, sobre todo la iglesia para hacer el llamamiento a las misas diarias en las horas establecidas. 

A mediados del siglo XIX, concretamente en 1859, Francisco Gandolf, propone al Ayuntamiento la instalación de un reloj público por el precio de 2.000 reales de vellón. Ignoramos si entonces los parteneros disponían o no de reloj  público alguno o  el que había estaba ya inutilizado e inservible:  

“A la instancia de Francisco Gandolf haciendo proposición de establecer un reloj al público, se acordó como primera condición que la máquina del reloj ha de ser completamente nueva y que para la garantía del ......... de servicio sin descomponerse, pondrá prima de responsabilidad a satisfacción del Ayuntamiento. Y por lo respectivo a la condición segunda que el ayuntamiento de obliga de dar y pagar después de estar funcionando el reloj la cantidad de 2.000 r.v.

Y se adiciona a esta sesión en cuanto al particular del reloj que con respecto a los 2.000 r.v. se entiende siempre y cuando el Sr. Gobernador Civil autorice al Ayuntamiento para extraerlos de los fondos público.” (ARCHIVO MUNICIPAL DE PATERNA. ACTA CAPITULAR 12-MARZO-1859) 

             Dado que la decisión del ayuntamiento estaba supeditada al beneplácito del Gobernador Civil que tenía que autorizar el gasto de los 2.000 r.v. en la compra del reloj, desconocemos si se llegó a instalar o no. 

La iglesia en obras en los años 90
Sin embargo unos años más tarde, entre 1877-78, el entonces cura párroco del pueblo, D. Luis Bargetón y Rodríguez, inicia una campaña recaudadora de fondos para dotar a la localidad de un reloj público que sería instalado en la iglesia. 

El Padre Bargetón ejerció de cura en Paterna, según reza en un cáliz que se conserva en la iglesia Ntra. Sra. de la Inhiesta, de 1875 a 1880, en cuyo periodo realizó una importante obra social en nuestro pueblo, así por ejemplo: fue director de una escuela de adultos donde instruía a los trabajadores entre 1876-1877, llevó a cabo obras de reforma en la iglesia, recaudó limosnas para los pobres, logró importantes donaciones de personajes pudientes de la época para obras y necesidades de la iglesia e incluso él mismo, y no ejerciendo ya en Paterna, hizo importantes donativos para la  clase trabajadora de nuestro pueblo en  épocas de penurias como en 1915, año de pertinaces lluvias. En gratitud a sus abnegados servicios y caritativo desprendimiento por nuestro pueblo y su gente se le nombró  Hijo Adoptivo de Paterna y el 24 de Enero de 1914 la Corporación Municipal acordó dar su nombre a la antigua calle Sol.   

Según Ramos Romero el reloj se inauguró el 2 de Diciembre de 1879 donado por la Princesa de Asturias. Sin embargo, aunque la Princesa de Asturias, a petición del Padre Bargetón,  aportaría algún donativo, fueron muchas las personas que allegaron recursos para la adquisición de reloj. El mismo ayuntamiento de Paterna acordó el 2 de Marzo de 1878 facilitar  “la cantidad de 1.500 r.v. como donativo que hace la Corporación al Sr. teniente de cura de esta parroquia D. Luis  Bargeton y Rodríguez, para ayudar al costo que ocasione la colocación de un reloj en la misma, tan necesario y útil para esta población.” 

Diario de Cádiz 11-11-1878
El 11 de Noviembre de 1878 el Diario de Cádiz anunciaba la pronta colocación del reloj, que al parecer sería obra del relojero del Colegio Naval Militar que construyó el reloj de la iglesia del Carmen de San Fernando.  

            Tras su colocación en la torre de la iglesia, no tenemos más noticias sobre el reloj en sus primeros años de funcionamiento, aunque debió ser una gran novedad entre el vecindario, sobre todo porque cada hora resonaba en todo el pueblo y entorno la campana que martilleaba el reloj. 

El reloj al ser un artefacto mecánico de precisión necesitaba de un mantenimiento periódico y sobre todo darle cuerda cada cierto tiempo. A tal efecto el ayuntamiento acordó en 15 de Agosto de 1885  “una retribución mensual de 5 Ptas. a favor del sacristán de la Iglesia Parroquial de esta villa con objeto de que se haga cargo de cuidar, limpiar y dar cuerda al reloj público que existe en la torre de la mencionada parroquia”. Y esta decisión del ayuntamiento de hacer este gasto fue así porque el reloj, aunque colocado en la iglesia y promovida su instalación por el Padre Bargetón, al ser adquirido por suscripción popular, era un bien de titularidad pública y por tanto el ayuntamiento ejerció sus derechos y obligaciones sobre el mismo.  
         
Detalle del reloj  con el año de su colocación

   Ignoramos si la torre estaba construida y ya albergó en época anterior algún otro reloj o por el contrario se hizo expresamente para instalar éste. Ramos Romero nos dice que la torre por su estilo en ladrillo y azulejos y los balcones de forja es del Barroco Sevillano, de principios del XVIII. Lo más probable es que ya existiera una torre anterior, de menores proporciones, que alojaba las campanas y quizás el reloj que a mediados del siglo XVIII compraron la iglesia y el ayuntamiento.  Así se hace eco Ramos Romero de la coplilla que se cantaba en Paterna, que hace alusión a la existencia de un reloj en dicha torre en época anterior:
 

“En Paterna no hay reloj
                                                   y uno que había
                                                   el viento  se lo llevó.”

        Posteriormente la torre sería ampliada para albergar en 1879 el reloj que hoy luce y las campanas, todo por suscripción popular, como se infiere del acta capitular  del 14 de Mayo de 1887:  

“En vista de que el único reloj público que existe en esta población se encuentra parado con perjuicio del vecindario y sin que el ayuntamiento sepa los motivos que haya para esa indefinida paralización; y constando que tanto la torre donde está colocado como la máquina y campana se costeó por medio de suscripción pública entre los vecinos, contribuyendo también algunas personas de fuera de la población se acordó pasar al Sr. Cura de la Parroquia una comunicación relativa a este asunto con el fin de aclarar las respectivas obligaciones que correspondan a cada una de las partes, o sea, la Corporación y el clero parroquial y los derechos que igualmente les asistan sobre ambas cosas.” 

            Del encuentro entre los capitulares y el cura párroco se aclararían las obligaciones de cada  parte respecto al reloj, sufragando el ayuntamiento en numerosísimas ocasiones los gastos de mantenimiento, recambios de piezas y averías. En la década de los 90 del siglo XIX la persona encargada de dar cuerda y pequeñas composturas del reloj será Juan Marín García, a quién se gratificaba con 5 Ptas. mensuales.   

            Juan Marín se ocuparía del reloj hasta 1903, en que la corporación  en sesión celebrada el 28 de Septiembre acuerda sustituirlo por Francisco Carrasco Sánchez. En 29 de Julio de 9131 el ayuntamiento nombró encargado del reloj a José Lunas Gallardo para darle cuerda y engrasarlo. Más recientemente se encomendaría  dicha tarea a José Romero de Quesada, el electricista del pueblo.

            Con el paso del tiempo el reloj público como cualquier maquinaria sometida al desgaste mecánico de sus engranajes necesitaba de frecuentes continuas composturas y arreglos. 

            En Mayo de 1933 la corporación hizo gestiones para que Tomás Otero, relojero municipal de San Fernando procediese al arreglo del “reloj propiedad del ayuntamiento, situado en la parroquia”, ofreciéndole para ello 300 Ptas., en vez de las 400 que pedía. Parece ser que se acordó hacer el arreglo por 350 Ptas.  

            Las averías y continuas reparaciones del reloj público fueron la tónica durante estos años desplazándose frecuentemente hasta nuestro pueblo el relojero municipal de San Fernando, Tomás Otero. Tenemos que tener en cuenta que nuestro reloj iba a ser fue obra, según el Diario de Cádiz,  del relojero del Colegio  Naval Militar de San Fernando, el constructor también del reloj la Iglesia del Carmen  de dicha localidad. Por ello Otero conocería bastante bien el mecanismo y maquinaria de nuestro reloj por su semejanza al de San Fernando, ciudad de la que era relojero oficial. 

          Así en sesión capitular del 4 de Abril de 1938 se acordó: 

“...  se oficie al alcalde del Ayuntamiento de San Fernando interesándole autorice al Relojero oficial de aquella población D. Tomás Otero, para que venga a esta y haga el arreglo o compostura en el reloj público de esta población al efecto de que dé la hora con la campana, cobrando por dicho trabajo los gastos de dieta y locomoción solamente según tiene prometido el Sr. Otero en carta de fecha 24 de marzo último.”  

El relojero de San Fernando vendría  a nuestro pueblo, examinaría el reloj pero no lo arreglaría en ese momento, quizás porque necesitaría algunas piezas o repuestos, haciendo un presupuesto al Ayuntamiento de lo que importaría la compostura  definitiva, como deducimos del acta capitular del 23 de Abril de 1938: 

”El Sr. Presidente dio cuenta de las pésimas condiciones en que funciona el reloj público de esta villa puesto que no da la hora con la campana y tener algunas averías en los engranajes de las ruedas dentadas, para cuyo arreglo se ha brindado el relojero municipal de San Fernando, Don Tomás de Otero, haciendo la compostura y total arreglo por la suma de 80 Ptas. más los gastos de dietas y locomoción para el traslado desde esta a San Fernando y viceversa donde tiene su residencia.”  

El arreglo solo costaría al ayuntamiento 25 Ptas. según sesión capitular del 30 de Junio de 1938, en que se acordó pagar dicha cantidad a Tomás Otero. Unos años más tarde el reloj fue nuevamente reparado constado 75 Ptas. (Acta Capitular  30-Mayo-1945).  

A las cinco y media de la madrugada del  12 de Octubre de 1978, en el transcurso de una fuerte tormenta, un rayo cayó en la torre de la Iglesia, sufriendo ésta graves desperfectos y siendo afectado también el reloj.  La torre sería reconstruida al año siguiente por Juan Gil, aunque el remate piramidal quedaría de menor altura. A finales de los 90 la torre fue restaurada nuevamente dándosele su antiguo forma al remate, aunque desgraciadamente no se restituyó el azulejo sevillano original. 

 
La torre del la Iglesia tras el rayo del 12 de Octubre de 1978




Diario de Cádiz. 13 de Octubre de 1978
En los años 80 también se colocó un reloj público en la fachada del ayuntamiento, que anunciaba las horas por medio de una megafonía instalada a tal efecto, pero pocas veces lo hemos visto funcionando.   

Ya la utilidad pública que estos relojes tuvieron en el pasado quedó relegada por los adelantos de la ciencia y el progreso. Sin embargo el recuerdo nostálgico del sonido de la campana o campanas al anunciar cada hora, nos evocan una época en que el tiempo parecía no transcurrir tan rápido.   

No me gustaría terminar el artículo sin hacer un llamamiento a quien corresponda para que el viejo reloj de la iglesia, el que durante los últimos 125 años señaló las horas de tantos acontecimientos, grandes y pequeños, de nuestras vidas, no caiga en el olvido y sea restaurado y recuperado para que vuelva irrumpir cada día con el típico sonido de la campana como antaño. Al fin y al cabo nuestro Reloj es uno de los elementos más significativos y queridos del patrimonio cultural e histórico de Paterna.